viernes, 6 de mayo de 2011

Esto es un inicio




Mi maestro de Kundalini Yoga dice que los richis, esos hombres místicos que pasaban la vida metidos en las montañas, por allá por los Himalayas, ya no existen, así idénticos como ellos vivían. Cuando lo dijo, yo había ido al baño recién y escuché el puro final, me senté de golpe, encajé los isquiones profundo en la tierra.


- Pero si los richis todavía existen- le dije, con tal certeza, que yo misma me quedé perpleja un buen rato después de decirlo.

La verdad es que yo tampoco me explico por qué cuando uno hace vibrar un OM NAMO GURU DEV pareciera que me conecto. Nunca voy a entender muchas situaciones. Pero toparme con sus respuestas por sorpresa es lo que más me fascina en la vida. Lo que sí estoy convencida es que el universo siempre me está dando señales.

Me gusta establecer ese punto sagrado, vestirme de blanco y creer que transmutados todos los colores, puedo deshacerme en el cielo, y que el sol ilumine mi pecho, sentir que soy un destello. Sé que hay cosas que solo le hacen sentido a mi fugaz movimiento, como ceder a la idea de que ver las estrellas en mis cuencos internos es todo lo que necesito para ser feliz.

Más como les decía, mi maestro de yoga dice que los richis, hace 5.000 años atrás, pronunciaban mantras en medio de la tierra, adentro en sus cuevas, y desde allí se conectaban con algo divino, que los hacía descender una ciencia muy profunda. Una forma de entender el flujo de la energía en el ser humano, y en la tierra.

A veces la gente se asusta y tilda todo como salido de cuentos de brujas. Es  casi un conflicto en la historia después de que miles de sabidurías quedaron ocultas o fueron a quemarse en la hoguera. Pero es como vivir con siete gatitos negros en la casa y sentir que la naturaleza con su evidente belleza, siempre me moviliza a quebrar los preconceptos.

¿Qué es lo fundamental en el ser humano? Un torrente que fluye, un río que desemboca en la arena, en mil granos que mueven la sal hacia el mar. El pranna es esencialmente la energía de la vida en nosotros, y cuando uno respira profundo, dejas que entre, simplemente haces que circule. Ahora, ser sensible también radica en eso, en la unificación que tenemos al flujo, y a lo que permanece inmovible en ti.

Mi maestro dice que sólo los iluminados inventan mantras para hacer sus conexiones. No sé. Supongo que estoy iniciando una etapa en que fusiono lo que se supo en esas cuevas haces miles de años, llevando un inmenso legado y extendiéndo mi corazón receptivo a la transmición del yoga, más con la experiencia de algo que es innato en nosotros.

Cantar, inventar, vibrar, sentir. A mi aún me resuena un BUM BARA BARA BARA BUM que se me vino una vez a la mente, y que me abre las puertas hacia lo trascendente en mi corazón, a mi auténtica vibración.

No es que se nos haya olvidado, estamos despertando otra vez. La era de Acuario, como dicen los Yoguis, el tiempo de los hijos del nuevo sol, coincide también con los giros de la Kundalini en la tierra, y desde aquí, en el nuevo centro magnético del planeta, yo le interpreto la vuelta a la esfera. 


Me gusta escuchar en silencio lo que se mueve en la cordillera, y cantar BUM BARA BARA, llenarme de alegría, aunque no comprenda de donde vino ese sonido alguna vez, o por qué su infinidad me hace feliz.

Desde los Himalayas a las montañas de Chile.